lunes, 23 de diciembre de 2013

Mariana.

Cuando entré al Pub sentí que todo me dio vueltas, estuve a punto de caer. Hasta que Edgar alcanzó a sujetarme.

(8) Mira como hacen piruetas esas bestias... rebo-rebotan saltando Pa Pa Pa...(8)
-¿Pasa algo?- Preguntó preocupado. Pero ni siquiera lo estaba escuchando bien, estaba más preocupada por lo que estaba escuchando. Reconocí esa voz, en un instante, era precisamente esa voz, la que me llenaba de tranquilidad, la que me daba paz, la que siempre me daba aliento para seguir adelante, era todo eso y todo lo contrario, sin saber por qué, pero sentía miedo.

(8) Que se queden hasta que se reviente mi cabeza...(8)

-¿Mariana te encuentras bien?- Volvió a preguntar.
-Si, todo bien, solo fue algo en las luces.- mentí pero seguía buscando con la mirada. De repente lo entendí, venía de las bocinas, y sabía exactamente donde buscar. Entonces lo vi, él me daba la espalda, pero sabía que era él, no sabía que hacer, al menos sabía que quería salir corriendo pero no pude hacerlo.

Mi mente era un completo disparate. ¿Debería salir corriendo? ¿Debería hablarle? ¿Debería decirle a alguien? ¿Debería llorar?  Al menos estoy segura de que debería volver a respirar. Me tomó un segundo recuperarme de la agitación que sentía.

-Al menos él no me ha visto.

Crucé los dedos para no ocupar la mesa que daba de frente al escenario, fue completamente en vano pues todos mis amigos se dirigieron directamente a esa.

No puedo describir lo que sentí cuando el volteó, todos se dieron cuenta, o al menos eso pareció, todo mi mundo dio vueltas y sé que el de él también por un momento se detuvo, no supo que hacer, dejó de cantar, con solo verlo pude sentir como también su mundo daba vueltas, pero se recuperó pronto. Siguió cantando.

No podía creer lo que estaba viendo, me costaba demasiado trabajo imaginar que era él pues era completamente diferente, pero a la vez era la misma persona, es aquel de quien me enamoré y que hoy me doy cuenta, amaré toda la vida.

Cuando terminó de cantar, se bajó y fue directamente hacía mí, me saludó a mí y a todos en la mesa, tenía en el rostro esa sonrisa de la cual yo estaba profundamente enamorada.

Ya había pasado al rededor de una hora, y de repente no lo vi, sentí que me faltó el aire, el ya no estaba en aquella mesa pero todos sus amigos seguían ahí, quise saber donde estaba pero no me atreví a preguntarle a nadie, con la vista recorrí todo el lugar mientras Edgar me besaba y trataba de estar conmigo yo solo quería salir corriendo. Abrazarlo.

Caminé hacía la puerta y por la venta pude verlo estaba ahí, cruzando la calle. Solo. Salí del lugar y llegué hasta donde él estaba, por un momento no me importo si Edgar me veía, no me importó nada.

Me senté junto a él. Ni siquiera volteó a verme pero sabía que estaba ahí.

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